#YoNoSoyTrapacero y #TampocoSoyIlegal

Reflexión sobre la campaña sobre los gitanos
Reflexión sobre la polémica de la campaña #YoNoSoyTrapacero

Esta semana, la polémica se ha servido en forma de “definiciones” tras la campaña del Consejo Estatal del Pueblo Gitano que denuncia ciertas acepciones que recoge la Real Academia Española (RAE) sobre este colectivo.  Si empezamos a saltar de palabra en palabra, todo según la ‘Realeza’ por supuesto, vemos que de gitano, la campaña saltó a trapacero (en la versión online la RAE no lo contempla, pero sí la acepción “que estafa u obra con engaño”). Se da la circunstancia que trapacero lleva a trapacista, que se parece a trapecista, aunque no es lo mismo. Y este caso, me parece muy apropiado: aquí el que no corre, salta, ¿o era volar en el refrán oficial?

Como buena abogada del diablo, y aquí cumplo mi oficio, he decidido cuestionarlo y me he ido a la definición de negro. He aquí mi ‘no sorpresa’: “moreno, o que no tiene la blancura que le corresponde”; y “clandestino o ilegal”.

Y no le quito razón a la Academia, ¡Dios me libre!, cuando dice que ellos se limitan a reflejar un uso. ¡Que se ponga de pie quien no le ha llamado ‘gitano’ a un amigo cuando te hace un ‘lío’ o dinero negro a aquel que es ilegal! Y sí, no lo vamos a negar “Señores Académicos”, pero hay colectivos que han sufrido durante mucho tiempo un trato desigual por su color de piel, su procedencia o su género. Y hemos sido justamente los ‘blancos’ los que hemos establecido esta diferencia.

En este punto he saltado a la definición de blanco, y aquí sí que he visto que también la Real Academia Española (RAE) también nos ofrece dos acepciones no del todo positivas: “cobarde”; y “bobo o necio”. Y voy más allá, gallego en Costa Rica es “tonto (falto de entendimiento o de razón)”.

Dicho esto, y sin querer entrar a valorar el uso de menores en campañas publicitarias, inclino ahora mi trapecio hacia otro lado: ¿Qué viene primero, el huevo o la gallina? El uso del lenguaje es propiedad de todos, y está claro que crea diferencias y establece desigualdades. Así pues, es responsabilidad de todos un uso del lenguaje consciente y desde el respeto, independientemente del juego publicitario o de lo que diga la RAE -que, como todos sabemos, siempre va más despacio que la lengua oral-. Ahora bien, no todos contamos con las mismas herramientas para cambiar las cosas, por lo que la responsabilidad no es igual para todos. En cualquier caso, nunca está de más poner el acento en ciertos aspectos y, para ello, el marketing, nos guste o no, es necesario. Eso sí, como en todo, con ética.

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