La danza, un bien común en Zaragoza

Anastasia Brouzioti y Stavros Apostolatos (Alma Libre Co)-Race to Grace_p2
Marta Nocete

Hace unos días que volvimos de Trayectos, el Festival Internacional de Danza de Zaragoza, y lo hacemos felices. Encantados de vivir la danza en sus salas, pero sobre todo en sus calles, bajo los árboles y sobre las plazas. Encantados de disfrutar de una organización detallista y de una mimada elección de artistas bajo la dirección y programación de Natividad Buil.

La periodista especializada en danza Mercedes L. Caballero ha sido la encargada de abrir boca, y ojos y oídos todas las tardes con las jornadas de charla T con Danza. Reflexiones, claves y pistas sobre la danza contemporánea para tender y reconstruir puentes entre el espectador y la danza que, en palabras de Carlos Alonso, director de proyectos de Trayectos, en la mayoría de ocasiones están rotos.

A partir de las siete de la tarde empezaban los espectáculos de danza por las plazas y otros espacios urbanos de la capital aragonesa. El jueves 24 arrancamos con la gestualidad y el mundo propio del costarricense Gabriel Rodríguez, en su introspectiva pieza Sórdito; y continuamos con los movimientos mecánicos y repetitivos que terminaban con la pasión de un beso de Anastasia Brouzioti y Stavros Apostolatos (Alma Libre Co.) en su pieza Race to Grace.

Todo ello callejeando por la ciudad, de la recogida Plaza de San Felipe a la adornada Plaza de San Roque, entre turistas, público aficionado y espontáneo y hojas de verano por el asfalto. Llegamos al patio del Museo Provincial para disfrutar del cuarteto valenciano Taiat Dansa, de sus coordinados y elaborados movimientos; y del solo de la bailarina japonesa Ruri Mitoh, de fascinantes contorsiones que nos transportaban a una estética lejana y muy personal.

La noche del jueves cerró con la performance de Mauricio González, Wakefield Poole, en colaboración con el festival Zinentiendo. La pieza, un apasionado análisis sobre el paralelismo entre El lago de los cisnes y un clásico del cine porno gay, Boys in the sand, es un valiente y comprometido solo tan necesario socialmente como provocador escénicamente. Wakefield Poole es el nombre de uno de los bailarines americanos que formaron parte del Ballet Ruso de Montecarlo y que después fue director de cine erótico y de la película en cuestión.

Nuestro segundo día de Trayectos, bajo un gran sol de junio y con vientos de otro mes, fue también nuestra segunda sesión de “T con danza”. Pudimos asentar algunas percepciones del público asistente sobre la danza contemporánea a través de la pregunta lanzada por Mercedes L. Caballero: “¿Qué le pedimos a la danza como espectadores?” Una pregunta arrojada en la primera jornada y que ahora se concretaba en términos como belleza, emoción, calidad,… que nos traten como espectadores inteligentes, añadió la moderadora. Nosotros, en La Locomotora, nos descubrimos buscando la provocación de las propuestas y la pasión de los bailarines y bailarinas.

El sábado 25 empezamos la mañana aprendiendo y riendo con la performance-conferencia de Toni Jodar y Beatriu Daniel denominada Explica Danza, un proyecto de divulgación y formación de los públicos más jóvenes que resulta un entretenidísimo repaso a varios de los hitos más importantes de la danza moderna y contemporánea con todo el humor y la buena oratoria de Toni.

Por la tarde pasamos de nuevo a recorrer las calles de Zaragoza, de la Plaza San Bruno al Centro Social Comunitario Luis Buñuel de la mano de la encantadora organización de Trayectos. Entre un punto y otro pudimos disfrutar de la emotiva Arritmia, un dúo de entrelazados movimientos con un tercer componente ambientando a la guitarra eléctrica de los zaragozanos Colectivo Ambulante.

Carmen Fumero y Miguel Ballabriga interpretaron su premiada propuesta (Primer Premio en el 29º Certamen Coreográfico de Madrid) …Eran casi las dos, una pieza  a momentos tierna a ratos agresiva, de una perfecta ejecución. La Kor´sia nos deleitó con su espléndido Yellow Place y Sara Cano llenó la Plaza de Justicia del flamenco más contemporáneo.

Las dos grandes sorpresas llegaron por la noche en el CSC Luis Buñuel con dos espectáculos que fueron in crescendo hasta el final sin un momento para respirar. La compañía de Jesús Rubio y sus intérpretes Clara Pampyn y Alberto Alonso nos hicieron vivir la danza como niños en un patio de colegio con su pieza Bolero, a ritmo cabalgado, con luchas y gritos de un dúo de cadencia armónica. La música de Ravel hizo lo demás.

Y justo cuando creíamos que había terminado la emoción apareció Quim Bigas para cerrar la noche. Y resulta que no la cerró, la abrió con su pieza Molar (“¿Cuándo molamos? ¿Cuándo molan los demás? ¿Cómo nos sentimos cuando sabemos que molamos?”) y la felicidad de más de media hora de baile frenético y entregado que terminó haciendo cantar y botar al público.

A pesar de que no pudimos estar el último día de Trayectos, nos volvemos llenos de movimiento, de ideas y risas compartidas gracias a las sensaciones que provoca la danza. Y gracias a la gente que hace posible estos encuentros. ¡Bailarines no hay camino, se hace camino al bailar!

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