Cultura y Educación «de género”
Después de un verano en el que se cifra en 33 las muertes relacionadas con violencia doméstica (parejas, madres e hijos del agresor), creo que “la vuelta al cole” debe ser tomada con algo más de seriedad que los anuncios de C&A.
El otro día, en una cena familiar, se debatía sobre los pasos hacia atrás que se está dando en los últimos años respecto a la igualdad de género. No es la primera vez que escucho afirmaciones de este tipo en distintos entornos; como por ejemplo en el círculo del profesorado, donde hay quien dice que cada vez detecta más actitudes discriminatorias en los niños (sea por raza, género u otro tipo de distinción). Y esto, si es verdad, resulta muy preocupante, porque alude directamente a la educación que estamos dando a nuestras futuras generaciones.
Parto de dos premisas: una, que no se tiene mayor conciencia de género por ser hombre, mujer o ‘progre’ -que a veces una tiene la impresión de que se da por sentado que es imposible que una mujer o una persona ‘moderna’’ sean machistas-; y dos, que esto no consiste en ningún ataque personal contra nadie -que a muchos y muchas se les queda forzada la sonrisa en cuanto se saca un tema de este tipo-.
Dicho esto, no sé cómo irán las estadísticas, pero lo cierto es que yo, personalmente, observo continuamente argumentaciones, historias y pensamientos (míos, por supuesto, que todavía no leo la mente) con un sesgo machista. Así pues, esto no nos excluye a nadie, tampoco a las instituciones que se ‘supone’ que luchan por la ‘resultona’ equidad (para muestra un botón). Yo creo que no hace falta recurrir al refrán que habla sobre presumir y carecer.
En cualquier caso, mal comienzo si uno no es capaz de detectar en sí mismo las secuelas de muchos estereotipos que hemos asimilado en nuestro entorno. Si no se ve, es imposible ir eliminando poco a poco el poso que nosotros mismos vamos dejando a nuestro alrededor. Y, en este camino, ¿no son acaso imprescindibles la Educación y la Cultura?
Me gustaría destacar aquí dos proyectos en los que me ha llamado la atención este tema. El primero es la última película de Fernando León de Aranoa, «Un día perfecto», que ofrece un estupendo relato de lo “absurdo” de la guerra a través de un día cualquiera de un grupo de cooperantes. Ahora bien, me llamó la atención que las dos mujeres que hay en el grupo destacan, en contraposición con los personajes masculinos, una por su “debilidad naif” y la otra por su “prepotencia llena de ignorancia” (me recordaron un poco, con sus matices, a Linda y Honey de Mogambo). Soy consciente de que no es cuestión de obsesionarse con terminar todas las palabras en «a», pero también creo que hay que cuidar especialmente los estereotipos de género para llegar a un equilibrio razonable.
Asimismo, he revisado los últimos proyectos teatrales que he visto y me gustaría destacar “La mujer del monstruo”, que surge a partir de un taller de Dramaturgia impartido por Alberto Conejero en el marco del Frinje 2015 y dirigido por Salva Bolta. La propuesta explora la estrecha relación que existe entre el amor y el horror a través de la figura de cinco mujeres –Nadezhda Allilúyeva, Magda Goebbels, Margherita Sarfatti, Carmen Polo y Elena Ceaucescu– que mantuvieron relaciones sentimentales con criminales de guerra y dictadores del siglo XX. Muy interesante la eliminación de estereotipos sobre la mujer en el proyecto global, y especialmente reseñables, en este sentido, los textos de Paula Iwasaki y Sergio Martínez Vila y las respectivas interpretaciones de Eva Rufo y Ana Wagener.