De Alzira a Bilbao con «Los Justos», de 611teatro

Arrancaba esta locomotora en octubre de 2013, en la estación de Atocha, destino Alzira, escala en Valencia – Joaquín Sorolla. Comenzaba un proyecto ilusionante, cubrir una gira de teatro, comunicar lo que en ella pasaba. La compañía 611teatro confiaba una vez más en Vector Fleming para comunicar u para ahondar en un episodio de nuestra historia. Y allí estábamos, cámara y libreta en mochila, teléfono en mano para contarlo todo desde primera línea. Comenzaban “Los Justos”.

Nuestros compañeros de viaje eran viejos amigos (Pablo Rivero Madriñán, Javier Hernández-Simón, Álvaro Renedo y Bengoa Vázquez), también nuevos socios se unían al proyecto (Javier Muñiz, Óscar Zafra), y un equipo ajeno a nosotras, que se ha convertido a lo largo del viaje en parte de la “familia” (José A. Pérez, Ramón Ibarra, Álex Gadea, Lola Baldrich, Rafa Ortiz, Pedro Alonso, José Luis Fidalgo, Ion Anibal, José Luis Patiño, Marta Gómez, y Noelia Tejerina).

En el estreno en Alzira colgamos “no hay entradas” y más de 800 personas vieron el el espectáculo. Tengo dudas si les interesaba el contenido de la mismo, o si solo querían ver en escena a su paisano Álex Gadea, protagonista de esta función y muy mediático gracias a su participación en una serie diaria de televisión. Sea como fuere, la acogida fue buenísima, nos sentimos como en casa, y era la primera de las muchas funciones que esperábamos. Lo que nos dejaba un buen sabor de boca.

Nuestra segunda parada fue en Valencia, donde además de disfrutar de un noviembre primaveral teníamos opción de dar continuidad a la obra, con pases diarios. La poca acogida en la rueda de prensa fue el preludio de funciones con el patio de butacas medio lleno. Una lástima, quizás el otoño primaveral no acompañaba a ir al teatro, pero la acogida de los espectadores fue buena. Parecía que el tema que abordaba la función, ETA desde el punto de vista de los terroristas, no era algo ajeno a ningún ciudadano de la Península Ibérica. Por lo tanto, el texto de Albert Camus, adaptado por los bilbaínos José A. Pérez y Hernández-Simón (también director de la pieza), hacía pensar al respetable sobre ese tema tabú durante tantos años. Objetivo cumplido, ellos querían hablar del tema, generar debate, aportar otro punto de vista, y con esta magnífica adaptación del Nobel francés, lo conseguían.

Tras una parada en Valladolid, llegábamos a Euskadi. Para todos era un momento especial, ya sabíamos cuál era la reacción del público fuera del País Vasco, pero todos estábamos expectantes por ver cómo sería allí. Mediáticamente la repercusión había sido muy buena, la actualidad vasca nos acompañaba, así llegamos a San Agustín Kultur Gunea en Durango, donde los muros de una antigua iglesia acogieron, en palabras de los actores, “una de las funciones más especiales”.

Si en Euskadi había funcionado, tocando tan de cerca la temática, solo nos quedaba esperar muchos bolos y muchos éxitos, pero entonces llegó la cruda realidad: en los cinco meses siguientes solo tres representaciones (Mérida, Barakaldo y Palencia). Los programadores, en muchos casos concejales de ayuntamientos, tenían miedo a programar “Los Justos”. ¿Miedo? ¿a qué? ¿a hablar de ETA? ¿a hablar de nuestra historia? ¿a la reflexión?

Me gustaría felicitar a aquellos que sí la programaron y que invirtieron dinero público en formar y entretener, más allá de comedias ligeras, de teatro de evasión o comercial, que debería quedar reservado a espacios privados, cuyo objetivo es la rentabilidad.

Camus escribió sobre los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy. “Los Justos” contribuye a la reflexión. Se habla de justicia, de orgullo, de odio, de amor, de vergüenza, de ideales… Quedarse en que “Los Justos” es una obra de ETA me parece reduccionista y simplista. Solo fue la “percha” que los adaptadores encontraron para contar esta historia.

Sigamos por nuestra vía, y por nuestro recorrido, que con esta locomotora hicimos más paradas. Hasta salimos de nuestras fronteras (he querido ilustrar este post con una de las locomotoras que nos llevó a hasta Italia).

Fuimos invitados a participar en Sconfinando, un festival cultural en Sarzana (Italia), donde su programadora, Carmen Bertacchi, supo compaginar el centenario de muerte de Camus, con la repercusión mediática de dos de los actores del elenco, Ibarra y Gadea, en Italia. El resultado, un teatro lleno, donde aún con subtítulos se entendió perfectamente la obra (las ideas trascienden más allá del idioma en el que se expresen) y un fenómeno fan que me resultó inverosímil, mujeres de todo el país viajaron a Sarzana para ver a sus ídolos televisivos.

Y tras un año de gira, llegó lo que todos esperábamos, Madrid. Al espacio que todos soñábamos para “nuestros justos”, Las Naves del Español, el Matadero, donde el espectáculo parecía que había nacido para ser representado allí.

En mi experiencia como periodista nunca me había encontrado una rueda de prensa como la de la llegada de “Los Justos” a Madrid, catorce medios y casi una hora y media de duración, donde una vez más surgió la reflexión y el debate.

Luego vinieron cuatro semanas de representación, donde el espectáculo cada día crecía más, donde no me cansaba de ver la función y encontraba nuevos matices. Había llegado el momento de volar más allá. Se publicaron decenas de críticas buenas, y alguna no tan buena, pero todas reconocían el buen trabajo. Y aún así, llegaban pocas fechas.

Nuevas paradas, nuevos destinos: Chiva, Úbeda, Almagro y Berriz. Y la última Bilbao. A día de hoy no hay más fechas a la vista. Esperemos que esto solo sea un hasta pronto, y que 2015 traiga todos esos bolos que no llegaron en 2014.

Porque 611teatro merece que su teatro llegue a más espectadores, por valientes, por seguir confiando en un teatro social, por hacer espectáculos pensando en los espectadores, tal y como reflejaban en su declaración de intenciones, allá en 2007, “… ha llegado la hora de devolver el teatro a sus legítimos dueños, los espectadores. Y para lograrlo, como creadores, somos conscientes de que nos enfrentamos a un público mayor de edad en un país mayor de edad”.

Porque Mikel (Álex Gadea) aún tiene mucha poesía y mucha revolución para darnos; porque Maite (Lola Baldrich) siempre nos ha hecho sentir más allá del amor; porque esperamos que Jose (Rafa Ortiz) se olvide algún día algo de texto para tener algo que recriminarle y porque siempre nos liberaron de tensión sus “chascarrillos” como Suárez; porque Josu (Pedro Alonso / José Luis Patiño) nos demostró que los malos no son tan malos, aunque vengan a imponer “un nuevo orden”; porque Josune (Marta Gómez) tiene mucho aún que ofrecernos y nos emocionó sobremanera con su “Nire aitaren etxea”; porque somos incondicionales del sarcástico Teniente (Ramón Ibarra) como “estrella invitada”; porque Xabier (Pablo Rivero Madriñán) tiene que seguir contándonos que ser el jefe no es nada fácil, y que no es un cobarde, sino un idealista. Por esto y por tantas otras cosas, estamos deseando decir: “Próxima parada…”

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